lunes, 12 de septiembre de 2016

Si Ryanair las pesa, tú también puedes. Niños sin cargas espaldas sanas.


Mochila: Recipiente a modo de bolsa que llevan los niños / adolescentes colgada de la espalda, procedentes del domicilio, al ir a la guardería / escuela / instituto y cuya utilidad es transportar al centro educativo todo aquello que se considera necesario durante su estancia en él. Al finalizar la jornada ese viaje debe ser de vuelta, con un contenido aproximadamente igual del que deberíamos descontar el peso correspondiente al desayuno y a todos los objetos que el niño haya perdido durante la mañana (algo no desdeñable).

Contenido y peso de los elementos de la mochila.

Los pesos aquí mostrados están expresados en gramos y han sido verificados por el autor con una balanza digital de cocina (Jata) habiéndose empleado para los objetos más voluminosos una de baño (Polty). Los pesos corresponden al promedio de varios elementos similares y, en algunas ocasiones, a los márgenes que la lógica confiere.

            Peso en gramos de los elementos que suele contener una mochila (en condiciones normales):

Elemento
Peso
La propia mochila
350-700
Tupper desayuno
50
Pieza de fruta
100-200
Bocadillo
75-150
Estuche de un piso
350-400
Agenda escolar
25
Libro fino
350-500
Libro grueso o diccionario 
700-1000
Carpeta y conenido
1000
Cuento infantil
75
Calculadora
250
Ropa de recambio
150

¿Hasta cuanto debería soportar la espalda de un niño?








Atendiendo a las recomendaciones que nos indican que el peso a transportar no debería superar el 15% del peso del niño, y concediendo un 10% adicional de margen antes de darle la consideración de inaceptable, con la siguiente tabla nos podemos hacer una idea del peso total en quilos aconsejable a transportar cada día:


Edad
Peso medio
Aceptable
En límite
Inaceptable
Guardería
0-3
13
< 2
2 a 2,5
>2,5
Preescolar
3-6
18
<2,7
2,7 a 3,6
>3,6
Escolar
7-12
30
<4,5
4,5 a 6
>6
Adolescente
13-15
45
<6,5
6,5 a 9
>9

Claro que esto no deja de ser una estimación y lo más recomendable sería que ajustaseis el peso de la mochila en función de la siguiente fórmula:



Si el resultado de la operación de multiplicar el peso del niño por 1,5 y dividirlo por 10 es inferior al peso de la mochila podemos ir pensando en aligerarla.

Con todo lo dicho podemos aventurarnos a decir que el contenido de las mochilas en las diferentes edades debería ser aproximadamente el siguiente:

  • Guardería: Mochila pequeña con el desayuno, ropa de recambio y la agenda.
  • Preescolar: Mochila de tamaño moderado con el desayuno, la agenda, el estuche (si procede) y no más de uno o dos libros.
  • Escolar: Similar a la anterior teniendo en cuenta que los libros en esa etapa son más pesados.
  • Adolescente: Teniendo cuenta la gran variabilidad de peso de los niños/as de ese grupo de edad la recomendación sería hacer un cálculo estimado a principio de curso según la fórmula expuesta previamente.

Resumiendo:

En demasiadas ocasiones el peso que soportan los niños a sus espaldas es excesivo y les puede suponer problemas, cuanto menos, de dolor.

  • De los padres depende controlar ese peso comprando mochilas ligeras, no incluyendo en ellas más de lo necesario y llamando la atención a los profesores cuando les apremien a llenarlas.
  • De los educadores depende tomar nota de todas las consideraciones expuestas al respecto.
  • De nosotros depende hacerlo saber.

Pesar la mochila con su contenido habitual una o dos veces durante el curso puede dar idea de la idoneidad del peso que acarrea el niño. Si Ryanair lo hace tú también puedes.



sábado, 10 de septiembre de 2016

Mi (casi) primera punción lumbar.

BASADO EN HECHOS REALES

Con el fin de evitar posibles acciones legales la identidad de los personajes que aparecen ha sido modificada. Salvo la mía. De momento no tengo intención de denunciarme.

La presente historia se desarrolla a mediados de los ochenta, en una sala de urgencias de cualquier hospital comarcal de la Catalunya industrial (de aquella época) apuntalada por columnas metálicas debido al devastador efecto que las termitas habían ejercido sobre las originales de madera.

Mati siempre fue una de mis adjuntas de guardia favoritas en mi etapa de residente. Era, y lo sigue siendo porqué tuve oportunidad de conversar con ella hace unos meses, simpática, afable y divertida. La única persona que por tal de mantener su dieta mediterránea era capaz de salir de la guardia a la calle a comprarse los ingredientes necesarios. No era una dieta mediterránea habitual, era la versión francesa: se pasaba el día comiendo cruasanes de chocolate.

Pero si algo nos empujaba a los residentes a querer hacer guardias con Mati no era su arrolladora personalidad, ni su generosidad para con nosotros cuando volvía de la pastelería, era su predisposición total a enseñarnos cualquier procedimiento nuevo a los residentes. A lo mejor –no voy a entrar a discutir este aspecto- por ser ella la adjunta más joven y yo el R1 coincidimos en muchas guardias de viernes…

Una de esas tardes de viernes teníamos en un box un niño de unos siete años con una sospecha de meningitis: fiebre, mal estado general, vómitos, Kerning y Brudzinki positivos, hemograma compatible… En fin, lo que vendría a ser una meningitis de libro (de pediatría).

-          ¿Te atreves con la punción lumbar? Dijo Mati con esos ojillos brillantes clavados en mi ser que se estaba temiendo la pregunta.

-          ¡Claro! Respondí inmediatamente cual R1 con ansias de aprender.

Todo estaba preparado: Pedro el más grande, que no mayor de nuestros residentes, aguantaba al niño, sus 1,92 metros daban para eso y para mucho más. Mati, después de haberle dado un repaso al procedimiento,  se mantenía apartada, contemplando la situación desde una distancia suficientemente prudente como para no echar el aliento en el cogote de ninguno de los tres, dispuesta a recoger las muestras llegado el momento.

Y ahí estoy yo. Busco el espacio entre las apófisis de las vértebras, lo marco suavemente con una presión de la uña.  Saco la aguja de su funda. Le quito el capuchón y empleo el dedo pulgar de la mano izquierda a modo de guía para empezar a penetrar con la aguja por el lugar marcado. Todo perfecto, sin fisuras, como si lo hubiera hecho miles de veces. De haber estado en una película del Doctor Gannon, sin ninguna duda este hubiera sido el momento en que cualquier bellezón puesto a enfermera me hubiera secado el sudor de la frente. No era el caso…  El caso era que la aguja no entraba, se incurvaba respondiendo a mi presión sin atravesar ni un ápice la piel del niño. Cuanto más presionaba yo más se incurvaba la aguja, una y otra vez…

Viendo la tardanza y que la cantidad de sudor en mi frente iba creciendo de manera proporcional a ella Mati decidió dar un par de pasos hacia mí, mientras preguntaba, como quién no quiere la cosa: ¿No estarás pinchando hueso?*

*NdR: Pinchar hueso es, textualmente, eso. Si determinas  mal la zona a puncionar pinchas en alguna zona de la vértebra y, evidentemente, la aguja no progresa. Es uno de los errores más frecuentes en las punciones de los novatos.

- No, no, no es eso –dije mientras ella llegaba a colocarse a mi lado- es que ni tan solo atravieso la piel.  Lo siguiente que vi fueron las lágrimas que le saltaban de pura risa… Tuvo que respirar varias veces antes de haber tomado el resuello suficiente como para decirme que en lugar de haber sacado del capuchón la aguja había tomado el fiador que estas llevan en su interior para evitar que se obstruyan ar ir atravesando los diversos tejidos. Evidentemente eso es tan sumamente fino que se dobla con la más mínima presión.

En fin… nobody is perfect.

Moraleja: No hay mejor teoría que diez prácticas.

En mi segunda punción lumbar coincidimos los mismos  protagonistas. Era un niño más pequeño, cuando lo empecé a pinchar saltó de la camilla, estábamos los tres tan pendientes del procedimiento y de cómo tomaba yo la aguja que Pedro olvidó agarrarlo. Por suerte lo pescó al vuelo y la cosa no tuvo más consecuencias. Pero eso ya es otra historia.


Steely Dan - Do it again

Para saber más:

¿Se realiza correctamente la punción lumbar en pediatría? Revisión de las recomendaciones actuales y análisis de la realidad en: http://www.analesdepediatria.org/es/se-realiza-correctamente-puncion-lumbar/articulo/S1695403312000604/