jueves, 28 de enero de 2016

Tú eliges lo que comes de Carlos Casabona. Reseña de un libro.


Carlos Casabona es buena gente, un tipo simpático, generoso, dicharachero y comprometido y, en buena lógica, su libro no podía ser más que todo eso pasado por el filtro del rigor científico y la aplicación de la práctica de años de experiencia y estudio.

El libro "in question"


Su lucha contra la obesidad infantil, diaria, intensa, racional y practicada en cualquier formato, está sobradamente demostrada por todos los que le conocemos. Aquellos que además nos preciamos de contar con su amistad y podemos, por añadidura, disfrutar de su sapiencia vemos en cada página de su obra el reflejo de Carlos, en blanco y negro –82.661 palabras según confiesa-, y en color, gracias a la cantidad de fotografías con las que lo ilustra, sin duda fruto de su gran afición por este arte.

Entrando en materia, el libro consta de dos partes claramente definidas. En la primera de ellas nos da una visión general del problema de la obesidad infantil desgranando una a una las causas de esta tremenda epidemia del siglo XXI. Nada queda en el tintero a la hora de buscar culpables:
  •       El propio metabolismo del ser humano que, en aras de la conservación de la especie, tiende a ser ahorrador de calorías en forma de grasa por si se presentan “tiempos peores”.
  •        El cambio de hábitos de esa especie que ha transformado la intensa actividad de la caza y vigilancia de que el pez gordo no se te coma,  por los paseos entre estanterías de supermercados, mandos a distancia, pantallas y multitud de eventos sociales alrededor de una “buena” comida.
  •        Las múltiples creencias populares erróneas sobre las bondades, o no, de ciertos alimentos, los usos y costumbres de los mismos, las necesidades de nuestro organismo e incluso normas sociales del tipo: “a comer y a callar que la mesa es un altar” o “tienes que comerte todo lo del plato”…
  •        La publicidad en cualquier medio de los productos alimentarios procesados, cuyo coste es inferior al de la verdadera comida, que se venden en esos recintos, encarada, en muchas ocasiones, descaradamente, por la cara (valga la redundancia), a la población infantil transgrediendo, a menudo, cualquier norma ética y rompiendo todo acuerdo y/o legislación institucional en aras de su enriquecimiento. Llegados a este punto es interesante recordar que los señores que fabrican y venden cereales “Pelloks”, crema de cacao con avellanas “Pocilla” y/o hamburguesas “Maradonals”, por poner unos ejemplos al azar, tienen como objetivo primordial enriquecerse con sus productos, a pesar de que en ocasiones intenten hacernos creer que son algo similar a una ONG.
  •        El incremento de consumo de los productos denominados por Carlos como BABAS, que incluyen la Bollería, los Aperitivos fritos de bolsa, la Bebidas Azucaradas y los Snaks –cereales en cajas individuales y chucherías (lo que sería chucheshhhh, en gallego)-. Productos alimentarios que han pasado de ocupar en la dieta una frecuencia de ingesta esporádica, a modo de premio, a ingerirse varias ocasiones al día.
  •        El desequilibrio entre calorías ingeridas/calorías gastadas en claro favor de las primeras, que condiciona su reserva en forma de grasa.
  •        Las diversas formas de cocción de los alimentos que pueden incrementar su densidad calórica –cantidad de calorías por unidad de peso del alimento- de manera escandalosa dependiendo de la elección que hagamos.
  •        La falta de una legislación contundente, de manera definitiva, con los aspectos que determinan la obesidad infantil: etiquetaje, restricciones, estrategias de actuación…
  •        La consulta del pediatra -aquí hay para todos- donde, por variadas razones que expone con su genial clarividencia, no se está actuando de la manera más adecuada. Las honrosas excepciones autoexclúyanse de este punto.
  •        La toma de decisiones, cada vez más deterioradas a causa de lo anteriormente expuesto, por parte de las familias en el momento de alimentar a sus retoños.

Pero no todo es desgracia infinita como pueda parecer por lo escrito hasta aquí. El autor propone soluciones para muchos de los problemas y no voy a ser yo, por no ser amante de los spoilers, quien las desvele...  Eso corre por cuenta del lector que deberá buscarlas en el libro.

La segunda parte es un ejercicio práctico de evitación de la sobrecaloría en la que dando un repaso a diversas comidas habituales se nos desvelan sus bondades/maldades calóricas en función de los tiempos de ejercicio/deporte que necesitaríamos para deshacernos de ellas. Es especialmente práctico darse cuenta de que, por ejemplo, esas galletas y zumo envasado que se le ofrecen a un niño después de haber ido a natación superan con creces las calorías que pueda haber eliminado con ese rato de deporte. Con la multitud de ejemplos prácticos que nos aporta Carlos pretende, según dice, que el lector no tenga que andar con la calculadora de calorías continuadamente y que un entrenado ojímetro pueda sustituirla. Una gran ventaja, sin duda. Y una gran revelación: el sobrepeso y la obesidad se controlan mejorando los hábitos de alimentación por encima de todo. El ejercicio, beneficioso en cualquier caso, es incapaz por si solo de equilibrar la balanza.

El autor, en pleno disfrute de la presentación, flanqueado por Julio Basulto y Carlos González. Así cualquiera...


¿Se puede estar mejor acompañado? Sí, pero se le llama cielo.


En definitiva, ¿tú eliges lo que comes?, un SÍ rotundo, tú lo planeas, tú lo coges en el súper, tú lo pagas, tú lo cocinas y tú decides la cantidad que comes. De ti depende que ese plan*, esa opción*, esa cocción* y esa cantidad* sean la elección adecuada y Carlos Casabona te ayuda a romper muchas de las cadenas de ese secuestro alimentario al que estás sometido.

* POCC -podría hacerme yo también famoso con el acrónimo, ¿no?

Podeis ver otra opinión sobre el libro en esta reseña del gran Juan Revenga.



La banda sonora, después de ver la cara del autor el día de la presentación y conociendo la pasión que le profesa a este artistazo, recientemente desaparecido, no podía ser otra:


David Bowie. Heroes (live)


  

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