viernes, 24 de julio de 2015

Una cita en Alimentólicos* Anónimos. ¿Qué debe comer un niño? (Part. I)

Condado de Rainsville, Alabama. Noviembre de 2014.
Esta historia está basada en hechos ficticios. Todo parecido con la realidad es realidad pura.











Caía el sol en una de esas tardes claras y luminosas del otoño de Alabama dando luz con uno de sus últimos destellos a aquel mugriento cartel que coronaba la puerta:  “ALIMENTóLICOS* ANóNIMOS”

Tragó saliva, atusó su cabello intentando solventar lo que ya no tenía arreglo y cruzó el umbral. Al fondo del pasillo, en una sala, oyó voces, se dirigió a ella. Al entrar se hizo el silencio. Notó como todas las miradas se fijaban en ella, respiró profundamente, dos, tres veces y se encaminó a la única silla vacía que alcanzó a ver. Volvió a respirar con fuerza, sintiendo como ese ambiente cargado empastaba sus cuerdas vocales.

             - Me llamo Sussy Jane y soy… Alimentólica* – susurró, con la última chispa de fuerza que su agitación le permitió.
             - Oooooh! – exclamaron todos los presentes fundiendo esa exclamación con unos complacientes aplausos.
             - Sí –dijo, retomando su discurso, ahora con más fuerza- lo he hecho, les he estado dando galletas a mis hijos durante años – añadió, aumentando la potencia e intensidad de sus aseveraciones- les he dado galletas, ¡muchas! En el desayuno, para llevar a la escuela, en la merienda, después de la cena… El día de acción de gracias, en Halloween, por año nuevo y hasta en St. Patrick’s –gritó desgañitándose- Y no sólo galletas... bollos, chips, zumos y cantidades ingentes de embutido...

Bajó su mirada sintiendo como esos gritos iban dando paso a sollozos que apagaban su voz. Todos los silencios se le encaraban…

              - Veréis, amamanté a mis gemelos hasta más allá de los dos años de vida tal y como me dijeron mi pediatra y la enfermera. Seguí sus consejos para la introducción de los alimentos. Pesé y medí escrupulosamente las cantidades. Sólo les di aquello que recomendaban y evité lo prohibido.
             -  Ahora ya pueden comer de todo –me dijeron una vez superado el año.
             - ¿Cómo? –pregunté-. ¿De todo?
             - Pues eso…  sí, de todo. Lo mismo que coméis en casa.
En aquel momento eso me alegró, ¡Qué fácil!, pensé. Pero a medida que pasaban los días, las semanas, los meses me percaté de que eso era complicadísimo. Los niños cada vez tenían más poder de decisión, comían de lo que les gustaba y rechazaban lo que no les apetecía o las cosas nuevas que les daba a probar. Cada vez estaba más limitada su dieta. Intentaba que comieran “sano”, ¡lo juro!, pero no había manera. Además, al ser dos cada uno tiene sus gustos… Volví a preguntar a su equipo de pediatría y poco me aclararon. Fui a una consulta privada, mucha charla, pero no resolvieron mis dudas. Miré en revistas y páginas web de dietistas: todo cifras, números y porcentajes, poco práctico y, a fin de cuentas, no me decían lo que yo necesitaba saber. Mi madre opinaba, la suegra metía baza, una cuñada me liaba… yo cada vez me sentía más impotente a la par que mis niños cada vez comían más galletas…
(to be continued)


¿QUÉ DEBE COMER UN NIÑO? (part I)

Hasta aquí la desesperación de nuestra querida Sussy Jane en un intento por alimentar de manera adecuada a sus retoños a modo de introducción. Desesperación por otro lado comprensible ya que, a pesar de haberse volcado litros de tinta (de la Pelikan® o virtual), las guías prácticas y consensuadas del tema brillan por su ausencia. Durante los últimos años han pasado por mis manos multitud de ellas, la mayoría poco útiles, algunas dogmáticas en exceso, otras demasiado genéricas o llegando a niveles de concreción que las hacen inaceptables. Muchas desfasadas ya en el momento de su publicación. Y otras auspiciadas por intereses comerciales que las hacen poco creíbles.

Por qué, realmente, ¿Qué sabemos los pediatras de nutrición infantil?. Pues la verdad es que cada uno de nosotros sabe lo que le interesa aprender. La formación en ese terreno durante el periodo de residencia es escasa. Manejamos una cápsula de biopsia gástrica de Crosby mejor que un escolar su yo-yo y recordamos con precisión la mutación del gen TP53 en el síndrome de Li Fraumeni, pero somos incapaces de informar con certeza de lo que debe desayunar un niño de cuatro años.

Sabemos las calorías exactas que debería ingerir al día, los porcentajes destinados a cada una de las comidas, la composición de todos los alimentos, su ubicación en la pirámide nutricional, los N-3 LCPUFA que deben recibir, y hemos revisado los papers de la ESPGHAN varias veces. A día de hoy hay 381.000 resultados en Google a la entrada “alimentación infantil” muchos de ellos de fuentes fiables, pero cuando una mamá nos pregunta que le debería dar de merendar a su hija de 7 años, por ejemplo, se nos queda una cara de póker que ni al farol sabemos jugar. Las familias acaban defendiéndose como pueden viéndose abocadas, muchas de ellas, a ser víctimas del alimentolismo ilustrado** .

Personalmente creo que eso se debe a varios factores que, sin citar la consabida falta de tiempo, enumero:
  1.          La casi ausencia de formación, a la que ya he hecho referencia.
  2.          Un gran número de conocimientos teóricos mal traducidos a la práctica cotidiana y diaria.
  3.          Obviar, a menudo, que, al igual que hemos asumido que cada niño es un mundo, debemos ir incorporando en nuestro pensamiento que cada uno de esos mundos tiene su propia dieta. La alimentación infantil no es algo que se pueda explicar en dos minutos con el apoyo de un folio en el que, de manera estándar, están anotadas ciertas indicaciones genéricas.
  4.       La presión ejercida por el "entorno" más cercano del niño ante el miedo de que éste esté mal alimentado. Siempre he creído que en esto tiene bastante que ver el hecho de que no hace más de varias décadas en España se pasaba hambre y existían patologías relacionadas con la malnutrición. Todo eso contribuyó a crear, en su momento, una "cultura popular de la alimentación de subsistencia" adaptada a unas necesidades y donde la proteína animal era un bien escaso y preciado que, a pesar de los cambios sociales, se ha transmitido de padres a hijos (especialmente de madres a hijas) y sigue vigente en la actualidad.
  5.       El Acoso, con mayúscula, a que se ven sometidos los niños, sus familiares, sus pediatras, sus farmacéuticos, sus vecinos, sus tíos y sus todo por parte de las empresas de productos alimenticios que, a golpe de maestros del marketing, nos inundan con campañas publicitarias con una única finalidad: ganar más dinero, perdón: ganar más aun.     

La alimentación del niño es un pacto tripartito entre el equipo de pediatría, que aporta sus conocimientos y experiencia, la familia, que aporta sus hábitos, ganas de aprender y el cariño y, frecuentemente olvidado, el propio niño que “aporta” sus gustos, sus variabilidades, sus neofobias, su cronograma, sus intereses, sus distracciones, y gran parte de todo su mundo. Ese niño que cuando se da cuenta de que la preocupación familiar gira en torno a lo que él come es capaz de mantener sus maxilares sellados a cualquier precio obteniendo, a cambio, la recompensa de saberse en boca de toda la familia constantemente. El mismo niño que cuando ve salir a la mamá con el plato de la cena frunce el ceño y cambia su alegría por tristeza sabiendo que en la próxima hora se va a proyectar otro capítulo de esa gran serie de éxito continuo llamada “Mi niño no me come”. 
Aprovecho para decir que ese taburete de tres patas lo reconvertiría gustoso en mesa de brasero de cuatro incluyendo, si se prestan, a los dietistas en la medicina pública, quienes con su ciencia lo convertirían en más estable y cálido.

Tenemos que reinventarnos en este sentido, hacer la conversión de esos conocimientos teóricos en “trozos de pollo por semana”, “yogures al día” o “piezas de fruta en el recreo”. Debemos aprender a enseñar cómo alimentar  a los niños más allá de en cantidad y/o calidad. Debemos enseñar cómo conseguir que les guste comer, diversificar, a que ellos sepan lo que les conviene y lo que no. A que no vean en la hora de la comida un rato de sufrimiento, persecución y chantaje sino un rato de diversión, entretenimiento y placer. Debemos enseñar a los padres a interpretar los gustos de sus hijos y a que entiendan que la acelga que hoy no coma las tomará mañana en forma de lechuga.Y, a la postre, enseñar a comer a los padres para que los hijos vean en ellos su modelo. Y, como se ha intentado en ocasiones, educar a los niños para que estos eduquen a sus familias. Uno de los beneficios que le estamos observando en nuestro programa Infadimed del que otro día os hablaré.

Reconozco, con mi mano derecha en el pecho, a la altura del corazón y la izquierda sobre los Position Statements de la NASPGHAN que en mi quehacer diario hay multitud de lagunas sobre todo eso. Es por ello que, a modo de penitencia y en muestra de mi compungida esencia, la próxima semana empezaré a publicar una serie de post en la que intentaré hacer los deberes sobre lo que debe comer un niño cada día. Y desde aquí invito a quien quiera colaborar, corregir, aumentar y/o emborronar lo que yo publique para intentar, de una vez por todas, hacer un esbozo de guía de alimentación que cuente con la participación de pediatras, enfermería pediátrica, dietistas-nutricionistas, técnicos en alimentación, psicólogos, cocineros y cualquier persona que se sienta implicada y tenga la predisposición a hacrelo.

*Alimentólico: Dícese de aquella persona que cae, con voluntariedad o sin ella, en la manía de alimentarse de manera inadecuada consciente o inconscientemente.
** Alimentolismo Ilustrado: Movimiento que aboga por el gobierno alimenticio de los alimentólicos en su máxima expresion.


La musiquilla  no podía ser otra:


Lynyrd Skynyrd- Sweet Home Alabama


1 comentario:

  1. Excelente!, este articulo viene a ser un bálsamo a mi atribulada Pediatria, pues, ya me veía yo desactualizada y admirando a los alimentolicos, en sus superiores capacidades de convencer a mis pequeños de comer por gramos, horas, etc, e imaginando a las madres acorralandome a preguntas, sobretodo en mi pais, Venezuela, que como todos saben, estamos en crisis..muchísimas gracias por su informacion,

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