lunes, 15 de septiembre de 2014

Los origenes del queso. El calzado del niño que aún no anda.

¿Prada? ¿Nike? ¿Sebago? ¿Qué le pongo  al rey de la casa en los pies antes no se decida a dar sus primeros pasos? La respuesta es tremendamente fácil: NADA. La naturaleza es sabia (no lo olvidemos) y por ello ha concebido los pies de los bebés, antes de ponerlos a andar, como un órgano táctil casi tan importante como las manos. Cuanto más facilitemos el contacto de esos piececillos con todo lo que le rodean mejor cumplirán su función. El pie del bebé debe sentir el roce con los familiares, con las sábanas, con el suelo o el sofá. Debe percibir sensaciones de humedad, frío, viento... Debe recoger información táctil y transmitirla. Cualquier “funda” que le coloquemos impedirá esa función para la que ha estado diseñado a esa edad. Eso no quiere decir que si estamos en un ambiente frío no se los protejamos o no les pongamos factor de protección solar cuando sacamos al bebé a pasear un día de sol. Nada distinto a lo que haríamos con sus orejas.
Cuando empiece a gatear, caso de que pase muchas horas en el suelo,  se los protegeremos con un calcetín grueso  o un zapato ligero, de lo contrario ni eso. Ese roce con el suelo continúa siendo una fuente de información importante.

Así pues ¿Prada? ¿Nike? ¿Sebago? Únicamente el día del bautizo y si el pariente que se los ha regalado está presente, como condición sine qua non. 

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